¡Hola, hola! Bienvenidos a un nuevo blog, este será uno de mis temas principales y favoritos.
Escribir. Todos tenemos hobbies y mi favorito es este, escribir lo que sea, poesía o momentos para no olvidarlos. Siempre he creído que escribir y filosofar son lo mismo. ambas nacen de una necesidad profunda: la de entender, la de cuestionar, la de darle sentido a lo que a simple vista parece incomprensible. Para mí, escribir no solo es un acto mecánico de plasmar palabras en un papel; es un ejercicio de exploración, de descubrimiento y muchas veces, de sanación.
Desde que tengo memoria, las palabras mis aliadas más fieles. Me han acompañado en los momentos de duda y en los de certeza, en los días de tormenta y en los de sol. Cuando el mundo se siente demasiado caótico, escribir me ayuda a poner en orden mis pensamientos, a encontrar un hilo conductor en medio del ruido. Pero no es solo cuestión de organización mental; es también un acto de creación. Con cada palabra que elijo, con cada frase que construyo, estoy dando forma a un aparte de mí que, de otro modo, quedaría oculta. Y aquí es donde entra la filosofía. Siempre me ha fascinado esa capacidad humana de preguntarse por qué. ¿por qué estamos aquí? ¿porque sentimos lo que sentimos? ¿porque el tiempo parece moverse de forma distinta dependiendo de nuestro estado de ánimo? No me conformo con las respuestas fáciles, con las verdades a medias.
Necesito escarba más profundo, ir más allá de lo evidente. A no dar por sentado. A entender que la realidad no solo es lo que percibimos, sino también lo que imaginamos, lo que interpretamos, lo que construimos en nuestras mentes. Y cuando esa inquietud filosófica se encuentra con mi cariño a la escritura, ocurre magia pura.
La filosofía me ha enseñado a ver el mundo con ojos inquietos. Algo que alimenta demasiado mis escritos es el hecho de que nunca he tenido novio, no sé si es la idea de que no conoceré nunca a nadie, o que nadie se fijara en mi por mi apariencia (ya saben los estándares y estereotipos de ahora, consumen mucha energía), de igual manera creo que es lo que he visto al rededor mío, los noviazgos de amigos y conocidos no me dejan muchas ganas de estar con alguien, es frustrante el hecho de vivir con miedo de que te lastime alguien y muchas de las veces no eres consciente del poder que esa persona tiene sobre ti.
Escribir sobre filosofía es un reto, pero también un placer. No se trata solo de repetir ideas de los grandes pensadores, sino de dialogar con ellos, de cuestionarlos, de tomar sus reflexiones con puntos de partida para mis propias conclusiones. A veces, me siento como si viajar en el tiempo, conversando con platón sobre la naturaleza del alma, debatiendo con Nietzsche sobre la moral, explorando con Kierkegaard el abismo de la existencia. Pero no solo me interesa la filosofía académica; me interesa la filosofía de la vida cotidiana, la que se esconde en los detalles más simples. En la manera en que amamos, en como enfrentamos el miedo, en los pequeños gestos que revelan la esencia de quienes somos.
Escribir y filosofar son, para mí, formas de resistencia. Resistirse a la superficialidad, al conformismo, al miedo de pensar por uno mismo. También son formas de amor: amor por la verdad, por el conocimiento, por la belleza de las ideas. No puedo mi vida sin ellas. Son mi refugio y mi esperanza, mi manera de encontrar respuesta y, al mismo tiempo, de seguir preguntando.A veces me pregunto porque escribo. ¿es para entenderme mejor? ¿para compartir mis pensamientos con los demás? ¿para dejar una huella en el mundo? quizás un poco de todo. Pero lo que si se con certeza, es que escribir me hace sentir viva. Y mientras tenga palabras dentro de mí, seguir escribiendo. Seguiré pensando. Seguiré explorando. Porque en la escritura y la filosofía he encontrado, no solo una pasión, sino un propósito.
Si a ti te gusta el arte: pintar, cantar, bailar; lo que sea. Sigue haciéndolo, el mundo necesita arte para vivir, necesita amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario